Bajo un prau, entre los pueblos de La Estaca y Andayón, en el concejo de Las Regueras, yacen aún por descubrir del todo los restos de un poblamiento del Imperio romano que pueden ocupar unas siete hectáreas y que tienen “el mayor y más rico repertorio decorativo de todas las villas romanas que hasta el momento han podido ser documentadas arqueológicamente en Asturias”. Así se expresa, en la memoria de las excavaciones, el equipo arqueológico que está investigando este yacimiento “con un enorme potencial”. Prueba de ello es el impresionante mosaico de 11 metros de largo por 3,6 metros de ancho descubierto en 2019, el mayor de los tres que hasta la fecha se han encontrado en la región. La villa de San Martín, así llamada por la iglesia parroquial que un día se instaló en la zona y posteriormente fue trasladada a Biedes, data del siglo II de nuestra era y es una de las joyas del patrimonio asturiano aún por desvelar. Poco a poco van desvelándose sus tesoros ocultos, con escaso apoyo de la administración regional (10.000 euros en dos anualidades, la del año pasado y la actual), gracias al empeño profesional de los arqueólogos encabezados por Juan Ramón Muñiz y el económico de la Asociación de Amigos de la Villa de San Martín, que se encarga de captar los fondos de particulares.
En la siguiente imagen realizada por Luís García y Ángel Montero en alta resolución se muestra el mosaico. Amplía y desplázate por la foto para ver todos los detalles.
En la siguiente imagen realizada por Luís García y Ángel Montero en alta resolución se muestra el mosaico de 11 metros de largo por 3,6 metros de ancho. Amplía y desplázate por la foto, pulsando con dos dedos, para ver todos los detalles. Autores: Luís García y Angel Montero.
La villa romana de San Martín está viviendo una segunda oportunidad porque, de hecho, la existencia de vestigios romanos en la zona es conocida desde los años cincuenta del pasado siglo XX. En 1958 los vecinos hicieron un sorprendente hallazgo en la finca conocida como El Pedregal que hoy puede contemplarse en el Museo Arqueológico de Asturias. Ese año comenzaron a construir una caja para la carretera entre los pueblos de La Estaca y Andayón, donde antes sólo había un estrecho camino. Entonces aparecieron paredes de una antigua casa. Pero no sólo eso: ante sus ojos estaba un pavimento decorado en mosaico. En 1962, Francisco Jordá, responsable del Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Diputación, dirigió los trabajos de extracción del mosaico, que permaneció almacenado y no se expuso, ya profundamente restaurado, hasta el año 2011, cuando se estrenó la ampliación y reforma del Museo Arqueológico. Ahora está en el claustro alto de esas dependencias museísticas.
Pasaron más de cinco décadas sin que nadie excavase para concer en detalle qué había entre Andayón y La Estaca. Pero de nuevo fue la reparación de la carretera local entre estas dos localidades, en el año 2013, lo que propició que los arqueólogos pudieran volver a investigar sobre el terreno. Auqel año, el arqueólogo Juan Ramón Muñiz y la restauradora Marta L. Corrada, bajo la supervisión de César García de Castro, identificaron la existencia de “un gran edificio de época romana con, al menos, dos estancias pavimentadas” con opus signinum, un material de construcción característicos de la antigua Roma que se fabrica con tejas partidas en trozos pequeños, mezcladas con cal y golpeadas con un pisón. También encontraron, sobre uno de los pavimentos, “una pequeña caída de pintura mural” y parte de un zócalo “de fondo blanco con bandas sinuosas, imitando incrustaciones de mármol”. Ese año fue el principio de una aventura arqueológica que ya ha dado grandes frutos. Pero que previsiblemente aportará muchas más sorpresas.

Cinco años después, en 2018, llegó el gran hallazgo: un segundo mosaico, mayor aún del que se expone en el Museo Arqueológico de Asturias. De hecho, el mayor de los descubiertos hasta ahora en la región. En ese año, bajo la dirección científica de Elías Carrocera, y con el asesoramiento de la restauradora Marta L. Corrada, un nuevo equipo de arqueólogos entró a trabajar en la villa de La Estaca. Allí estaban Juan Ramón Muñiz, Sergio Ríos, Adrián Piñán y Valentín Álvarez. En esta campaña, que se desarrolló entre el 5 y el 16 de abril, encontraron “la ruina de una antigua villa de época romana de la que se conservan muros de las habitaciones con un alzado de 30 centímetros y revoco decorado. Dentro de estas habitaciones se conservaban varios elementos decorativos como la pintura de las pareces o un mosaico profusamente decorado”, dice la memoria del yacimiento.

La villa romana de La Estaca
Santullano
Soto Pereda
Las obras de mejora de la carretera local que une Andayón con La Estaca, en el concejo de Las Regueras, han permitido ampliar el estudio de la villa de Andayón. Este yacimiento fue excavado en los años cincuenta del siglo pasado y desde entonces forma parte del catálogo de establecimientos agrícolas de cronología romana en Asturias.
Andayón
LAS REGUERAS
Escamplero
Río Nalón
Corros
AS-233
GRADO
OVIEDO
La Muria
de Llazana
Villa
de Andayón
Los Taraños
Santullano
Restos
romanos
de Paladín
Edificio sin
subdivisiones
Castillo
de Areces
Picu
Rueda
Restos romanos
de Tamargo
Puente
Carril
Castillo Los Vallaos
Premoño
Edificio
compartimentado
Termas de
Valduno
Tahoces
El Escamplero
Valduno
Rañeces
Posición aproximada de la excavación donde se encontró un mosaico
El Campanal

La villa romana de La Estaca
Las obras de mejora de la carretera local que une Andayón con La Estaca, en el concejo de Las Regueras, han permitido ampliar el estudio de la villa de Andayón. Este yacimiento fue excavado en los años cincuenta del siglo pasado y desde entonces forma parte del catálogo de establecimientos agrícolas de cronología romana en Asturias.
Santullano
Soto Pereda
Andayón
LAS REGUERAS
Escamplero
Río Nalón
Corros
AS-233
GRADO
OVIEDO
La Muria
de Llazana
Villa
de Andayón
Restos
romanos
de Paladín
Santullano
Picu
Rueda
Castillo
de Areces
Los Taraños
Restos
romanos
de Tamargo
Castillo Los Vallaos
Puente
Carril
Valduno
Tahoces
El Escamplero
Termas de
Valduno
Rañeces
El Campanal
Edificio sin
subdivisiones
Edificio
compartimentado
Posición aproximada de la excavación donde se encontró un mosaico

La villa romana de La Estaca
Santullano
Soto Pereda
Las obras de mejora de la carretera local que une Andayón con La Estaca, en el concejo de Las Regueras, han permitido ampliar el estudio de la villa de Andayón. Este yacimiento fue excavado en los años cincuenta del siglo pasado y desde entonces forma parte del catálogo de establecimientos agrícolas de cronología romana en Asturias.
Andayón
LAS REGUERAS
Escamplero
Río Nalón
Corros
AS-233
GRADO
OVIEDO
La Muria
de Llazana
Villa
de Andayón
Los Taraños
Santullano
Restos
romanos
de Paladín
Castillo
de Areces
Picu
Rueda
Restos romanos
de Tamargo
Puente
Carril
Castillo Los Vallaos
Premoño
Termas de
Valduno
Tahoces
El Escamplero
Valduno
Rañeces
El Campanal
Edificio sin
subdivisiones
Edificio
compartimentado
Posición aproximada de la excavación donde se encontró un mosaico
Era un mosaico en “excelente” estado de conservación. Hasta la fecha sólo se habían encontrado otros tres mosaicos romanos en Asturias y éste era el mejor de todos. Mostraba una decoración geométrica, “flores hexapétalas, cuadrados, losanges (rombos cuya diagonal mayor está en vertical), círculos, sogueados y cruces gamadas, elaborados mediante la combinación de teselas (cada una de las piezas que componen el mosaico) de varios colores y de un tamaño medio en torno a 1 centímetro cuadrado”. Además, de estas representaciones geométricas, en la parte oriental del mosaico se encontró un diseño singular en forma de copa “de la que surgen dos esquematizaciones de ramas”.
¿Qué importancia tenía la villa romana?
“En su época debió ser un centro productivo de importancia, vista la calidad de los trabajos ornamentales de la casa”, dice la memoria de las excavaciones. En este mismo informe se añade: “La proximidad de las canteras naturales de caliza de Andayón debió facilitar la obtención del material para la edificación. La vega o ería donde se erige permite el desarrollo de cultivos en terrazas de escasa pendiente y próximas al río Andayón, que funciona como fuente y riego natural. No es extraño que se hayan identificado al menos tres lugares donde existieron molinos de agua en la proximidad de la villa, dos de ellos incluidos en el entorno del bien”. Los arqueólogos creen que “la fortaleza económica que transmite la decoración interna de la casa debía provenir de la explotación de los recursos agropecuarios del entorno inmediato. Ello lleva a tener en cuenta las relaciones visuales inmediatas del bien, es decir, la ladera situada justo enfrente de la ocupada por el edificio, que sería la zona de explotación agraria principal”.
El equipo de expertos responsables de esta excavación apunta que, en próximas líneas de investigación, avanzarán en la relación que tenía esta villa “y el posible núcleo de población que originó” con su entorno y el desarrollo de otros establecimientos de la época “como las villa de Lazana, Valduno o el poblado de Lucus Asturum, todos ellos situados en el radio de desplazamiento de 13 kilómetros, una distancia que podría fácilmente caminar una persona al día”.
El mosaico está en una sala interior, en la parte sur de la villa. Probablemente correspondería al Triclinium (lo que sería salón-comedor de la villa). Los arqueólogos estiman que la vivienda tendría una planta rectangular de unos 600 metros cuadrados. En el núcleo central había un patio y los dos mosaicos encontrados (el de 1958 y el actual) estarían en salas que lindarían con ese patio, pero en zonas opuestas de una residencia que, además, contaba con algunas habitaciones calefactadas, como así lo indicaban los restos encontrados.


Los arqueólogos están sorprendidos por la enorme riqueza transmiten los hallazgos de la villa de San Martín. El mosaico no es el único ejemplo. El Triclinium estaba decorado con pinturas en la pared realizadas con la técnica al secco. A lo largo del muro norte se conservan representaciones que imitan mármoles y enmarques geométricos, en este caso en la puerta de comunicación entre estancias. En la pared oriental, que está inclinada desplomado hacia el interior de la habitación, se conservan pinturas que tienen un metro de altura. El estado precario de este muro obligó a los arqueólogos a dejar dos testigos para mantener sujeta la estructura. Aunque no pueden verlas en su totalidad sí que tienen una visión parcial gracias a un corte realizado. Este muro tiene 1,25 metros en la cota más alta. Mide 3,60 metros de largo y 55 de ancho. Por la parte del mosaico está pintado al fresco. Así lo describe la memoria de la excavación: “En la zona baja se aprecia un zócalo con una banda amarilla en la que se aprecia una línea diagonal blanca, otra banda verde oscuro y otra granate, con varios trazos verticales más oscuros, ambas entre filetes blancos. En el panel superior se abren dos cortinajes blancos recogidos en los laterales con sendos cordones, dejando ver en el centro dos felinos, parcialmente perdidos”.

Gracias a la financiación de la Asociación de la Villa Romana de San Martín, las excavaciones continuaron en 2019, un proyecto codirigido por Juan R. Muñiz y Elías Carrocera. Ese año empezaron a utilizarse nuevas tecnologías (gradiómetro y georradar) para precisar qué había bajo la superficie a fin de que las excavaciones posteriores fueran más precisas. Los datos del georradar eran alentadores. Y abrieron un nuevo horizonte. Sugerían la presencia de “un complejo arquitectónico de notable envergadura donde se aprecian varios edificios, además de otras estructuras menores”. Hoy estiman que, en total, todo ello se extendería a lo largo y ancho de siete hectáreas. Imaginen siente campos de fútbol. Este año el georradar localizó en la planta de un edificio de 20 por 30 metros, uno de los de mayor envergadura, “anomalías relacionadas con pavimentos”. Los expertos creen que ahí podría estar “potencialmente” más restos como los del mosaico hallado. Todos juntos formarían parte de ese edificio compartimentado de 20x30 metros de longitud.
En esta campaña de 2019 se halló también una pieza clave, un ladrillo que era similar a los que se recuperaron en 2013. Pero en este caso venía firmado “LICINI”. Esto permitió datar la construcción entre los siglos II y III pues ladrillos similares, también procedentes del alfar de Licinius se encontraron en la Campa Torres y en la fábrica romana de salazones de Gijón.


Así se hacían los mosaicos romanos: catálogos para los clientes y talleres itinerantes
Los mosaicos estaban reservados para las estancias más destacadas de la villa, el resto estaba pavimentados con opus signinum. El diseño del mosaico, según explican los arqueólogos de la villa de San Martín, se elegía de cartones o catálogos que el maestro autor del mosaico llevaba a sus clientes para que se decidieran. Estos diseños podían se propios o copiados de otros. El cliente “elegía los motivos según sus gustos, intereses o religiosidad”. Gracias al Edicto de Diocleciano, del año 301, los historiadores conocen la organización de los talleres artesanos. Por eso saben que, en esos talleres, muy organizados, cada trabajador tenía un cometido muy específico y el “pictori imaginario” (el autor de los diseños) el responsable último. “Los talleres recibían los encargos y, una vez organizado el trabajo, se desplazaban al lugar donde debían realizar el pavimento. Así, modas y tendencias se extendían por el Imperio fácilmente”, añaden los investigadores de la villa de San Martín.

La vida de los pobres
En la villa de San Martín, los arqueólogos han encontrado una serie de habitaciones con “ricas decoraciones”, unas con mosaicos y otras con opus signinum, que están vinculadas al área residencia o “pars urbana”, “donde el dueño pretendió reflejar su preponderancia económica y social”. Pero tiene que haber más: “Siguiendo la articulación clásica de este tipo de establecimientos agropecuarios, estaría cercana la ‘pars rustica’, con las habitaciones de los esclavos, la cocina, los almacenes de herramientas, establos y corrales, y la pars fructuaria, dedicada al almacenamiento y transformación de los productos generados en la actividad agrícola y ganadera, con bodegas, prensas, graneros, molinos”. Y en este aspecto incide Juan Ramón Muñiz. Ya que la zona fue abandonada tras la época romana y no se construyó encima de las ruinas, cabe la posibilidad de que, a medida que avancen las excavaciones, se encuentren numerosos indicios de cómo vivían los habitantes “pobres” de este establecimiento agropecuario regentado por tan ostentoso señor.
