Los dos destinos de Gijón
Eloy Méndez
El destino de Gijón, entendido como el futuro que la ciudad quiere para sí misma, recuerda al “Obelisco” de Rubio Camín que presidió durante años el extremo sur del paseo de Begoña y que ahora emerge en un cruce de avenidas que llevan a todas partes. Se presenta anguloso, invita al debate, da vueltas sobre sí mismo y ambiciona tocar el cielo. La lista de planes es tan larga que provoca vértigo y sólo resulta creíble por la sana autoestima de una sociedad dinámica y expeditiva a la hora de recordar incumplimientos a sus gobernantes. Pero este popurrí de proyectos, algunos en marcha y otros aún por asegurar debido a la falta de financiación o a obscenas disputas políticas, persigue en realidad dos únicos objetivos: un cambio urbanístico que favorezca un modus vivendi más sostenible a pie de calle y el alumbramiento de un modelo productivo apoyado en la innovación y que reduzca su dependencia de los sectores clásicos.
La nueva movilidad
El plan de vías es la madre del cordero para el primero de los propósitos. Su desarrollo, que implica a todas las administraciones y debería rondar los 800 millones de euros, supondrá la construcción de una estación intermodal (para ferrocarril y autobús), la puesta en marcha de un metrotrén con siete paradas de cercanías que coserán la ciudad de La Calzada a Cabueñes, cinco de ellas nuevas (además de la intermodal), y la reconfiguración del principal acceso por carretera. Y propiciará la “invención” de un centro urbano desde El Humedal a Moreda, con un diseño acorde al siglo XXI y alejado del brutalismo de décadas pasadas. Aunque, sobre todo, esta operación aspira a ser el referente de una nueva forma de moverse, con el coche en un segundo plano. En esa línea va la controvertida política de peatonalizaciones al por mayor puesta en marcha por el Ayuntamiento hace dos años, que trata de penalizar el uso del vehículo privado y que tiene al Muro de San Lorenzo como paradigma. Porque, conviene recordarlo, el cambio previsto en el emblemático paseo marítimo no es tanto estético como funcional. Y lo mismo ocurrirá con Fomento y Poniente: tras un concurso de ideas y una votación popular, se buscará una reordenación del tránsito, en favor del carril bici y el área peatonal, antes que un embellecimiento radical. Otras actuaciones de enorme calado comulgan también con esta filosofía, aunque no lo parezca a primera vista. Es el caso del vial de Jove, que irá bajo un túnel de dos kilómetros y costará 166 millones. Esta arteria no sólo dignificará los accesos a El Musel sino que sacará de la zona oeste el paso de camiones y contará con un bulevar verde sobre su estructura. Lo dicho: menos tráfico rodado y más espacio para caminar.
La nueva economía
Tan ambiciosa o más que la transformación “tangible” de la ciudad se presenta la económica. Aunque en este caso, no todo son castillos en el aire. Parte de los pilares se apoyan ya en la llamada Milla del Conocimiento, un espacio único en España que engloba al campus universitario (el más dinámico de la Universidad de Oviedo en cuanto a la interacción con el sector privado), el Hospital Universitario de Cabueñes, la Universidad Laboral, la UNED y, sobre todo, el Parque Científico y Tecnológico, con decenas de empresas dedicadas a la I+D, que son punteras a nivel nacional e internacional. Por este rincón a caballo entre las parroquias de Cabueñes, Castiello y Somió se producen a diario casi 40.000 desplazamientos de trabajadores altamente cualificados y estudiantes, en su mayoría de especialidades técnicas. Sobre la mesa, y bastante avanzada, está ya una ampliación. Y, en paralelo, está previsto repetir este mismo esquema en otras dos ubicaciones del concejo, antaño tomadas por sectores tradicionales (la construcción naval y la minería): los terrenos de los antiguos astilleros de El Natahoyo y el antiguo yacimiento de carbón de La Camocha. Dentro de este cambio de modelo también hay que entender la ampliación de Cabueñes, la mayor inversión sanitaria en Asturias durante los próximos años y que favorecerá enormemente la investigación médica. Y, por supuesto, la apertura o recrecido de espacios culturales y de ocio. Tres ejemplos: Tabacalera se llevará 20 millones para pasar a ser un centro de vanguardia cultural, sobre el Acuario caerá una lluvia de otros 20 millones para redoblar la indagación sobre biología marina y el Jardín Botánico también crecerá en extensión y como lugar de culto de la flora a nivel europeo.
¿Será verdad?
Hasta aquí, el guión. Porque esta retahíla se agolpa en forma de promesas en los despachos esperando por voluntad política o financiación posible. Especialmente desesperante es el caso del plan de vías, que lleva dos décadas sin pasar del dicho al hecho, en medio de disputas partidistas y hartazgo ciudadano; y que recientemente ha vuelto a la casilla de salida con la propuesta del Ministerio de Transportes para la estación de Sanz Crespo, tras la ruptura de un convenio firmado hace solo dos años. Semejantes retrasos se acumulan en otras iniciativas. Lo bueno, casi lo mejor, es que los gijoneses han diseñado, como colectivo, un camino. Y que ese camino es tan necesario como ilusionante.